sábado, 2 de octubre de 2010

Se acicaló las alas con suavidad y precisión exquisita. Saco la cabeza hacia el amanecer de la mañana . Dirigió la mirada al horizonte perdido sin pretender nada. Extendió su cuerpo en medio de la marea de nubes. Se presento al cielo clamando. Un grito retumbo entre las montañas, un suave quejido de sonrisa eterna paseaba entre los valles recorriendo en zis y zas la tierra oxidada. El demiurgo dio medio vuelta como si nada. Y se fue por donde vino.

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