La entrada se veía lejana desde la esquina. J esperaba el momento preciso que había sido marcado a fuego en aquel papel la tarde pasada. Sabía perfectamente que debía hacer. Un mero gesto en el momento oportuno. Unicamente un pensamiento. Una pequeña acción.
Sin reloj y sin tiempo
Las líneas se dibujan con las manos abiertas, profundas, sinuosas, como mares subiendo y bajando, en movimiento continuo, sin pausa y sin prisa, sólo la respiración guía y nada la puede sujetar entre montañas.