lunes, 4 de octubre de 2010

No esperaba lo que hubiera que acontecer más adelante. No esperaba en realidad y sin embargo no paraba de hacerlo: Esperar signo de no estar en el momento ni el lugar. Deseaba, siempre deseaba un beso y una mirada al sol. Decidió dejarse llevar por ambos. Consiguió el segundo, más no el primero. Tomo el sol y lo hizo suyo, lo amamanto y lo llevó a su lecho junto a la luna callada y serena. Dejo libre al sol y a su opuesto semejante, los envió lejos tras el cielo, y se convirtió en ellos; sin materia, sin mirada y sin intención.
Al no tener más por hacer se acarició suavemente el alma y sonrió.

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